Cosas de un miércoles a la una de la tarde

Los recuerdos de mi infancia aún me hacen llorar y siguen como excusa de cuando estoy triste.
Los amaneceres fríos, con abrigo morado en que sólo se me antoja llevar anteojos.
Las casualidades provocadas con encuentros planeados que parecen inesperados.
La forma en que finjes no mirarme cuando volteo a verte, y ese sentimiento que me hace dudar si debo sentirme bien o mal por eso.
La forma en que por sentir todo, haces que no quiera sentir nada.
Mi estupidez que cada vez es más consciente y más estúpida.
Las lecciones que la vida me ha enseñado y que hasta ahora no llego a aprender.
Las rachas de suerte en montaña rusa.
El clima que no me deja impresionarte.
Los días en que me siento y no pienso nada.
La melancolía, que es mala, muy mala
La lluvia que me deja con las ganas de verte empapado.
La soledad que aprendí a usar a mi conveniencia.
Las horas se van cuando no deben y se vuelven tercas cuando deben irse.
Pensar que cada persona que se acerca eres tú.
Desear que las voces que escucho sean mías para que me aplaudas al cantar.
Mis ganas locas de volverme nube...
y el resto de cosas que escribo cuando no te puedo encontrar.
Lo malo de todo es que nadie tiene la culpa.